Jackie Chan lleva casi cinco décadas de carrera, tiene créditos en unas 200 películas y es cantante profesional, pero por alguna razón últimamente lo que más recordamos de él son su meme y alguna que otra película en específico.
La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos acaso se ha dado cuenta de esto, pues este sábado 12 de noviembre le entregaron a Jackie un Óscar honorífico, por el cúmulo de su carrera. Y claro que vendrán por ahí los haters a discutir si lo merece o no, pero para nosotros, esta distinción es motivo suficiente para celebrar:
Hablemos claramente: pese a haber sido formado desde pequeño como actor y cantante de ópera (sí, lo es), Jackie no es ningún Laurence Olivier. En eso todo estamos más o menos en la misma sintonía.
Su carrera inició a principios de los 70 como extra en películas chinas de acción, recibiendo coñazos de Bruce Lee. Luego, para no ser confundido con la leyenda del kung fu, pasó a otros géneros, incluso llegando a hacer cine erótico, (oh, sí…). Finalmente, Jackie acabó mezclando las artes marciales con la comedia, lo que sería su sello distintivo a la larga.
No es, realmente, por tener una interpretación arrechísima o unas facultades istriónicas de primera por lo que se premia a Jackie. Se premia su compromiso con el entretenimiento y el hecho de que ya es un icono.
Jackie es uno de los pocos actores de filmes de acción marciales que se niegan a usar dobles en sus escenas de riesgo. Esto le ha valido no pocas fracturas, pero también el respeto por su estilo único, que unido a su sonrisa simpática lo han distinguido siempre del típico actor de acción ‘cara e’ piedra’.
Por todo eso y más: felicidades, Jackie.