“Los Juegos de manos son juegos de villanos”… Así decía mi abuela cuando veía a dos niños jugando a los golpes.
Y de cierto modo, no le veía nada de malo al ver esa lucha “amistosa”, y a pesar de ser un chaval tranquilo, no niego que en mí existía el deseo de unirme a dicho combate.
Claro, todo eso impulsado por nuestras influencias en dicho momento. En la televisión, por ejemplo sucedía con “Dragon Ball”.
En mi niñez, todos los varones queríamos ser Son Goku y luchar con nuestros amigos para saber quién era más “fuerte”, pero la traba siempre estaba expuesta por nuestros representantes, a quienes no le gustaba que practicáramos lo que veíamos en la TV.
Con el tiempo, ese tipo de entretenimiento fue quedándose a un lado, y los diversos tópicos de ahora fueron enseñándole a los nenes a no jugarse de puñetazos con los amigos.
La actualidad los fue feminizando día tras día.
Ya no se suelen ver los “lepes”, “collejas”, o pellizcos, simplemente la infancia de ahora se ha vuelto tan delicada como la adolescencia 2.0.
No quiero ser extremista, pero es que hasta en las propias series animadas para infantes ya no se observa la “violencia” que en nuestro tiempo se veía.
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Censura tras censura.
Los enemigos no sangran, ahora todos los superhéroes tienen autocuración, no hay insultos típicos de comiquitas como “estúpido”, “idiota”, o “maldito”, todo se resume a diálogos planos y sin sentido.
Acotando que ahora existen series animadas con pésima elaboración artística y argumentos flojos.
En pocas palabras le estamos enseñando a los niños a ser cada día más sensibles, y a la vez tontos.
Y eso se traslada al plano real.
Frases como: “No pueden correr en el parque porque si te caes te raspas las rodillas” o “No me gustan las patinetas porque te puedes romper”, se pueden escuchar de la boca de las madres modernas.
Pero es que se eso se trata amigas, uno aprende a dominar muchos aspectos de la vida a los golpes
Ser completamente pasivo en cuanto a la violencia hace de ti una persona sin malicia y fuerza para afrontar circunstancias adversas, a no pelear por causas importantes y menos, a tener personalidad en la toma de decisiones.