Si la cantante australiana te baja las pantaleticas, el disco de la semana es para ti
Por Juan Carlos McDonald / @pacientebipolar
Hay artistas de artistas y en eso estamos claros. Pero la cantante australiana Sia, es todo un fenómeno incomprensible lleno de oscuridad, demencia creativa, ingenio depresivo y sobriedad minimalista. Ella se convertirá en los años venideros en una Bjork, pero con más de que hablar sin tanta parafernalia. Sus colaboraciones para otros artistas, son impecables, orgánicas y magníficas. Son bestiales.
Recientemente la cantante publicó como solista su álbum 1000 Forms Of Fear. Un disco lleno de sonidos depresivos, lánguidos y viscerales. Es el disco que disfrutaría cualquier indigno crónico en un sótano. La cantante pisa otro nivel en cuanto a la perspectiva del álbum y convierte a cada pista en puñales de cargas emocionales. Es como la versión más oscura y pop electrónica de 21 el segundo álbum de estudio de Adele. Algo que llama la atención en la producción, es el parecido de la voz de Sia, con la de Rihanna en algunas canciones, pero la primera tiene más fuerza conmovedora, interpretativa y reflexiva. La cosa es que este álbum está teniendo éxito en las principales listas de algunos países, entre ellos: Francia, Reino Unido, Alemania, los Países Bajos, Canadá y los EE.UU.; por su dramatismo tenebroso. La producción a cargo de Greg Kurstin, entre otros, hace que el sonido sea full synthpop, electro indie y folktrónica. Es una fusión demasiada bizarra pero poderosamente adictiva con cierta tendencia a lo alternativo y darkside. La perfecta música como banda sonora para los Adams.
El primer sencillo “Chandelier” es como escuchar a Rihanna cantando “Diamonds” pero con más vitalidad y matices vocales. Es un vacilón porque si no conoces a Sia, Rihanna se lleva los créditos. Aquí no hay muchas canciones alegres ni material para discoteca, nada de eso. Aquí lo que hay son puras pistas melancólicas, tristes y relajadas al estilo Lilly Allen. Hay un track buenísimo para trotar que se llama “Hostage”, el resto, es lloradera pareja. Por cierto, la mejor canción del disco, que consideraría el corazón del mismo, es “Burn The Pages”. Vacílensela y saquen los pañuelos de una.