Las huellas de aquellos que osan combinar la cruda realidad con una ingenua y esperanzadora ficción podrían volverse imborrables.
Sia ha colgado en su canal de Youtube un nuevo video llamado Never Give Up en alusión a una búsqueda de naturaleza conmovedora y emotiva.
La popular cantante, interprete de Chandelier y Cheap Trills nos cuenta la historia de un hombre afligido que busca con desesperación a su familia perdida a través de Google Earth.
Saroo Brirley era un niño de apenas cinco años de edad que tomó el tren equivocado a casa, en vez de volver a su hogar, fue a parar 900 kilómetros en la dirección opuesta. El pequeño trató de retornar pero todos sus esfuerzos resultaron en vano, paulatinamente fue perdiendo la fuerza de voluntad y cayó en el profundo abismo de la desidia.
Su vida se transformó en una constante peregrinación por las calles de la pobreza buscando un pedazo de pan y un poco de agua para sobrevivir; hasta que la esperanza volvió a sonreírle, fue encontrado por una ONG que lo rescató de los calles insertándolo en un orfanato y siendo después adoptado por una familia pudiente australiana.
Pronto Brirley experimentó una extraña mutación, ya no era aquel que llevaba la camisa sucia, y restos de mocos encima de los labios mientras caminaba con las manos en los bolsillos por montañas de basura, ahora se había convertido en un jovencito con modales, refinado y aplicado que pronto se destacó en las numerosas actividades académicas que impartían en su colegio.
El niño se hizo un hombre de negocios exitoso, sin embargo nunca pudo olvidar los inicios de su infancia. Saroo guardaba con ahínco y terquedad todos las referencias que pudiesen servirle para encontrar la ciudad que lo vio nacer. Se acordaba de la forma de las casas que se erigían al frente de su hogar. Los letreros de los lugares donde solía ir con su hermanos, y también atesoraba el sueño de poder volver a encontrar a su familia.
Así que su cruzada inició en Google Earth, al principio fue infructuosa pero después encontró una ciudad pequeña y casi olvidada que reconoció como su hogar. Hasta allí se desplazó y cuando pisó el umbral de su humilde morada y contempló con absoluta felicidad los ojos de su anciana madre el hombre entendió que su constante búsqueda había valido la pena.