¿Wonder Woman o Dirty Woman?
Probablemente, algunos se deben estar preguntando: ¿De quién es ese rostro? ¿Y por qué La Mujer Maravilla está postrada en sus rodillas con cara de que le gusta que le den por atrás?
Ese rostro le pertenece a un hombre que ya murió. El psicólogo y dibujante William Moulton Marston. El creador de Wonder Woman. Un sujeto bastante controvertido, polémico e inclasificable.
A finales de 1939, Marston vivía con su esposa Elizabeth Holloway en Boston. Ambos tenían una fiel y estable unión monogámica; mientras William daba clases de Psicología en la Universidad de Columbia. En sus ratos libres, Marston se dedicaba a dibujar cosas.
Lo hacía básicamente porque la rama que impartía no era bien remunerada. Según Noah Bertlasky, en el libro Wonder Woman: Bondage and Feminism in the Marston/Peter Cómics. “En ese entonces, estaba el auge de las historietas, es decir era un mercado que estaba siendo explotado, y el quiso sacar su tajada”. Aunque no sólo lo hacía por dinero, tenía otras cosas en mente, como verán más adelante.
Se acuerdan de la segunda esposa. Bien aquí va la historia.
Un día se fijó en una estudiante de rizos negros y aguda inteligencia. Su nombre era Olive Byrne. Al cabo de unos meses saliendo, el profesor le propuso matrimonio a la estudiante. Y se la llevó a vivir a la casa. Holloway aceptó y el vínculo monogámico se volvió un triángulo amoroso. ¿Tierno, verdad?
Super feminista
Cada una de las mujeres ayudó a moldear la personalidad de la guerrera amazona. Byrne, fue una reconocida activista de los derechos de la mujer, así que Wonder Woman se inspiró en su particular forma de entender y observar el mundo.
Al tiempo, la superheroína ya tenía una superpersonalidad. “Una justiciera que cree en la igualdad entre el hombre y la mujer; aborrece la violencia y solo neutraliza con el lazo de la verdad. Esto además de gozar de una inteligencia superior”, resumió Marston en uno de sus apuntes. Una vez que su personalidad fue tomando forma, Marston comenzó a dibujar a la superheroína y a hacer los diálogos que sostendrían los hilos argumentales de los primeros cómics.
Bertlasky argumenta que Marston quiso utilizar una de las herramientas de la cultura pop -los cómics- para mandar un mensaje al mundo. “Él pensó que la cultura pop podría servir como adoctrinamiento para enseñar a la gente sobre paz, matriarcado, bondage, y lesbianismo. Por eso escribió Wonder Woman, para transformar al mundo con sus ideales y pensó que los cómics serían un buen instrumento”.
Marston tenía un planteamiento que hacía temblar las rodillas de los conservadores, según relata Bertlasky. “Para Marston la mujer era superior que el hombre; por eso, ellas debían de crear nuevos paradigmas políticos y sociales en el mundo”.
Sin embargo, también tenía sus profundas contradicciones, como lo demuestra, Sheldon Mayer, su propio jefe de All Star Comics. “William tenía una extraña apreciación del género femenino”.
Y vaya que la tenía.
Aja, ¡bondage pa’ todas!
Todos los lectores que en algún momento pudieron ojear los primeros cómics de La Mujer Maravilla advirtieron la presencia de dos elementos polémicos: El bondage y los diálogos de doble sentido.
En varias viñetas, Diana Prince se mostraba en un minúsculo vestido atada de manos y pies. Grrr. Y no se encontraba, en ningún momento, vencida por el pánico, sino al contrario, le gustaba sentirse sumisa.
En otro de los cuadros, siendo también capturada por un trío de pandilleros que la amarraron con una cuerda gruesa -cómo le gustaba el bondage a este tipo, y no lo culpamos- sugiere inconformidad ante el género masculino. “Todos los hombres son unos idiotas”.
La periodista Tara Burns, conocedora de la vida de William Marston, incluso, reveló las aficiones del dibujante. “William era un fanático del fetichismo bondage”. Aparte, coincide con Bertlasky. “Marston veía a las historietas como una forma de propaganda educacional y antipatriarcal.
Jill Lepore, autora del libro The Secret Life of Wonder Woman, sostiene que Marston iba más allá de un simple bondage. “En cada capítulo de los primeros cómics La Mujer Maravilla fue amarrada por gruesas cuerdas, sujeta a grandes cadenas de acero”.
Todo hombre oculta una lesbiana o dos
¿Se acuerdan de Olive y Elizabeth?
Según Bertlasky, el dibujante se inspiró en una relación abierta a la exploración y profundamente extraña para la época: la suya.
Olive Byrne y Elizabeth Holloway fueron los catetos opuestos, pero Marston era la hipotenusa. Y así, los 3, iniciaron una de las relaciones más bizarras. ¡Tuvieron hijos y todo!
Apoyado en sus experiencias carnales, Marston fue dotando a Wonder Woman de un apetito sexual variado.
Diana Prince, según el universo DC nació en la isla de Themyscira, una isla en que habitaban solo mujeres. Y, por lógica, sostiene Bertlasky, tuvo que sentir algún tipo de interés sexual, tarde o temprano por sus “amigas”.
Así que bondage, lesbianismo, y diálogos picantes fueron la piedra angular que esculpió la figura de Wonder Woman.Marston construyó un personaje polémico que, para muchos, al principio, resultó perturbador y para otros, fue una especie de liberación. Una catarsis por medio de la sumisión.
Por eso es que le gusta que le den a Wonder Woman. Que la aten, la encadenen y la amordacen. Por la influencia fetichista de su creador.
Use your imagination, that’s all
¿A quién no le gusta el bondage? Es una práctica diferente que las mujeres experimentan para gozar de una nueva y diferente experiencia sexual.
No es un secreto que le gusta sentirse doblegadas por una autoridad -sea masculina o femenina- entonces, simplemente, es una de las fantasías que flotan en el denso mar femenino.
De hecho, hay demasiadas formas de utilizar el bondage como forma de expresión sexual.
Digamos que solamente hay que utilizar la imaginación.