Se han establecido muchas especulaciones alrededor del origen de la palabra vikingo. Algunos historiadores apuntan que proviene de la palabra Viken: así se llamó uno de los primeros asentamientos de la cultura nórdica.
Aunque se cree también que el término alude al antiguo dialecto nórdico «víkingr» que significa: marineros y guerreros que participaron en expediciones mar adentro.
¿Por qué participaban en esas expediciones?
Si nos atenemos a la teoría común, propondríamos la superpoblación como uno de los factores fundamentales de su comportamiento nómada. Sin embargo, otros escritos sugieren una cosa muy diferente.
De acuerdo a su localización geográfica, los vikingos aprendieron a pescar como método de supervivencia y luego de un tiempo comenzaron a sentir ambición por lo que había fuera de sus límites.
El ancho mar se antojaba como una aventura ambiciosa. ¿Y para quién no? Así que, poco a poco, comenzaron a diseñar barcos para evadir las barreras profundas del mar e internarse en aguas abiertas.
La violencia: lenguaje común entre ambos
Remitiéndonos al trabajo documentado que se refleja en la excelente serie de Vikings, podemos comprender la historia y el comportamiento violento de los nórdicos.
Varios estudiosos de culturas milenarias, han afirmado que el año 973 está fijado en el calendario de la humanidad como el día en que los vikingos comenzaron a sembrar terror en Europa.
De hecho, en la primera temporada se observa el ataque despiadado de un grupo de vikingos hacia un monasterio. Los hombres de larga cabellera irrumpen con hacha en mano y comienzan la carnicería.
A uno de los sacerdotes que se encuentra en posición de oración le separan la cabeza del cuerpo con un solo tajo. Otro que se oculta en una letrina lo alzan y lo estampan contra la pared hasta que la cabeza estalla en sangre. Una fila de hermanos que huye es avistada por un feroz vikingo que los trincha con su lanza para formar un sangriento pincho humano.
Más o menos así era el modus operandi en 973.
Ahora, volviendo a la actualidad, situémonos en el contexto actual del país, analizando el papel de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
La actuación de la FANB ha sido sanguinaria; sus abusos han quedado reflejados en numerosas evidencias.
Martín Ríos, uno de los abogados de un grupo de jóvenes que fueron detenidos por la Policía Nacional Bolivariana, a mediados del mes de abril, comenta a BBC el horrible episodio que los chamos sufrieron.
«Los formaron en fila y obligaron a unos a tocarle las partes privadas a otros y a manipular sus miembros. Les pegaban, los pateaban y los golpeaban con los cascos de protección que usa la policía».
Pero ahí no acaba la historia de terror.
Según el gobierno vivimos en un país lleno de amor, y de paz.
Nicolás Maduro, presidente del país y autor intelectual de las muertes en el país, ha dicho en muchas de sus cadenas, que el gobierno ha estado tratando de construir la paz y llevar amor a cada rincón del país; sus palabras se vuelven menos valiosas que el aire, porque su credibilidad está a la misma altura que el petróleo y la gente solo siente repulsión por su mandato cruel y enfermo.
Las víctimas mortales en las protestas ascienden a 100.
Que me diga este imbécil: ¿cuál país ha llegado a imponer la paz a punta de balas?
Ahora, regresando a la declaración del abogado Ríos, vamos a descubrir una violenta similitud entre los sujetos de larga cabellera y los hombres de botas y uniforme. «A los 10 jóvenes los separaron; agarraron al azar a uno y le pusieron gas pimienta y lo obligaron a arrodillarse; después le bajaron el short y le metieron la punta de un tubo en el recto».
Otros de los bloques de efectivos del gobierno que no se cansa de cometer abusos y vejaciones, ha sido la Guardia Nacional Bolivariana. Más simpatía despierta Dolores Umbridge o Skylar White; personajes ficticios odiadísimos por la audiencia del cine y la televisión, respectivamente.
En uno de los reportes que se recogen a finales del mes de mayo, una joven que se encontraba protestando en los Altos Mirandinos, recibió un trato inhumano por parte de aquellos que en teoría debería proteger a los ciudadanos.
María José Gonzáles, miembro de la Iglesia Episcopal Venezolana denunció el hecho. «La joven fue golpeada, orinada y amenazada de violación por tres efectivos de la GNB».
¿Seguimos en 973?
Los vikingos torturaban por placer; a los hombre barbudos, altos, y que portaban un escudo en la mano y un hacha en la otra, le bastaba con coger los «tesoros» de los franciscanos y largarse pal coño. No tenían necesidad de masacrar a los monjes.
De acuerdo a la moralidad, ética y compromiso de servicio con el país; la PNB tampoco tenía la necesidad de torturar a los manifestantes. Su trabajo era detenerlos y dejarlo en manos de la justicia. Pero ambos cedieron a sus oscuros deseos e impulsos. Utilizaron su fuerza bruta para generar violencia psicológica y física.
Ambos tienen perturbabas similitudes.
Se supone que vivimos en un mundo civilizado y una institución que ha jurado lealtad al país, tendría que actuar con otras maneras; pero la cruda verdad es que los integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana han actuado igual que los vikingos.
Por ahora y debido a que las FANB se encuentran en manos del gobierno es imposible, pero luego que la pesadilla acabe, es necesario hacerlos pagar por todos las violaciones y crímenes que han cometido y limpiar todas las instituciones que apesten a corrupción; solo así los ciudadanos podrán confiar de nuevo en la Fuerza Armada Nacional.
Sino, el odio seguirá atrapado dentro del mismo maldito círculo vicioso.