Nos arriesgamos e hicimos una pregunta incómoda en Facebook. Sabíamos que iba a traer cola, pero el tema lo ameritaba.
La migración es un tema que está en la palestra a nivel global; pero quisimos enfocarnos específicamente en el caso venezolano. La pregunta fue sencilla y directa: “¿Qué opinas de los venezolanos en tu país?” La verdad es que estábamos preparados para todo, pero definitivamente hubo comentarios que nos sorprendieron.
Lo primero que llamó mi atención fue que de toda nuestra audiencia, las respuestas más agresivas vinieron del lado de los colombianos. Llamó mi atención pero no me sorprendió: Es evidente que para ciertas personas no existe un número de años que acabe con rencores enquistados. Lo segundo es mucho más interesante.
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Hubo gran cantidad de personas que contestaron que no tendrían problema en acogerlos siempre y cuando en su país se solucionen problemas de base, como vivienda y subsidios. Otra respuesta repetida fue que los venezolanos llegan a “robar” puestos de trabajo, pues trabajan por sueldos que están por debajo de la norma; situación que los ciudadanos colombianos jamás aceptarían.
Ambos factores que, en el caso de Colombia, también han sido importantes a la hora de impulsar los índices de migración en ese país. Si no, que le pregunten a los millones de colombianos que han ido saliendo de su país desde la década de los setenta en busca de un mejor futuro.
Estoy casi segura de que si cambiáramos venezolanos por sirios y hubiésemos hecho la pregunta en cualquier país de Europa, las respuestas hubiesen sido, sino iguales muy parecidas.
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Aclaremos algo, la migración puede ocurrir por diversos factores. Este proceso incluye tanto a quienes han sido forzados a abandonar su país de origen como a los migrantes económicos; que se van voluntariamente buscando mejores oportunidades. En la aldea global que hemos convertido al planeta es irresponsable y retrógrado caracterizar las migraciones como negativas. Generalizar y juzgar a un gentilicio por casos aislados solo pone de manifiesto prejuicios y estrechez mental. Peor aún, achacarle la culpa al ciudadano común de las decisiones del político de turno.
La clave para aprovechar estos nuevos ingresos al máximo es que los estados estén preparados para facilitar la integración de todo el que llegue; sean migrantes económicos o refugiados. Pensemos en la llegada de los migrantes como el trasplante de un órgano: Antes de recibir el órgano nuevo el paciente debe cumplir con unas condiciones mínimas; así mismo, una vez hecho el trasplante, debe tomar una serie de medicamentos que previenen el rechazo al cuerpo extraño.
Si hay fallas en los servicios públicos, ¿es culpa del recién llegado o de las políticas de estado? ¿Qué los migrantes trabajan en negro? En muchos casos es cierto. Los trabajadores en negro llenan la demanda a la mitad del costo legal, pero el trabajo en negro es posible gracias a la economía en negro. La economía en negro sólo es posible en ambientes donde la legislación es laxa; cosa que contribuye al deterioro paulatino del ecosistema de servicios públicos y el ciclo se repite una y otra vez.
La improvisación en el tema migratorio no se limita a Latinoamérica; pareciera que solo algunos países están preparados para enfrentarlo. ¿De qué otra forma se puede explicar cosas como el Reino Unido saliéndose de la Unión Europea para reforzar los controles migratorios o el repunte del nacionalismo en naciones como Estados Unidos, España y Alemania?
En Suecia, por ejemplo, existe un programa de inducción para refugiados. Entre las herramientas que ofrece están la preparación para el empleo y clases de sueco por hasta 24 meses; todo esto con beneficios económicos. Este programa fue implementado para ayudar a la ola más reciente de refugiados a encontrar trabajos; inevitablemente tomará una cantidad de tiempo para que sea considerado un éxito.
Solucionar el problema migratorio es un reto. ¿Que habrá dificultades? ¡Naturalmente y de todo tipo! Desde logísticas hasta fiscales o políticas, pero deben medirse frente a los beneficios que se acumularán a mediano y largo plazo. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero definitivamente es factible.