A mi me gusta echarle bolas a la vida. La vaina está muy jodida como para andar pajareando por ahí no más. Desde chamo, cuando vivía por allá en El Cobre, uno se levantaba bien temprano y se iba derechito con el pure a recoger ese poco de papa y cebollín, pa’ luego ir a venderlo en el Mercado de la Guayana. Eso eran otros tiempos, ahora qué toches.
El Cobre ya no es ni sombra de lo que algún día fue. Antes eso se la pasaba lleno de frutas y verduras en cada esquina, poco de turistas, y era hasta de pinga sentarse en la plaza y contemplar las montañas nada más. Ahora que coños, ya casi no se produce nada, y los chamos ahora andan es en motos pa’ arriba y pa’ abajo, bebiendo y hasta robando a la gente.
Mi papá terminó vendiendo el camión, yo me fui de El Cobre, formé mi familia aquí en San Cristóbal y ahora me dedico a mototaxear.
La gente dice que eso no es un trabajo que de dinero, pero a mí me parece que sí, o bueno, al menos eso me hago creer. Con dos carajitos, la mujer embarazada, y los viejos allá en El Cobre, a uno le toca resolverse como sea las lucas pa’ la comida diaria. Mi motico es una Bera Socialista que ya tiene sus seis años conmigo. Cuando la compré me costo apenas seis mil bolos. La bicha tiene un ruidito ladilla en el exosto, los cauchos lisos, el cojín todo llevado, pero nunca me deja morir.
Hoy es otro de esos días de mototaxista que me dan ladilla. Está haciendo un toche frío, y es muy probable que se agarre a llover más tarde. Aunque, bueno, debe ser porque todavía es burda de temprano y aquí siempre es así a estas hora. Mejor termino de afeitarme y me voy pal coño.
—Anthony y Mariela, muévanlo que va a llover y nos vamos a pegar madre mojada. Despídanse de su mamá. Chao, mi amor, hablamos al mediodía. Acuérdate de pasar por el Farmahorro a las dos que ya me dijeron que hoy van a vender pañales. Llévese ese sencillo.
Estos carajitos es que se dan un postín, vale. ¡Apuren, ala!
Yo tengo dos chamos, una hembra y un varón. El varón es el mayor, de 14 años, y se llama Anthony. El carajito es burda de inteligente y no se junta con esos otros toches de la cuadra, esos sí son bien malos, pero a veces como que le pega el chucky y sale con unas vainas. La hembra, Mariela, tiene apenas 10. Esa niña son mis ojos, y cómo se parece a mí; jueputa, es igualitica. Dios la cuide y me la favorezca.
—Bueno, ¿se pusieron el chaleco? Coño, Anthony, ya te he dicho que te lo pongas encima sobre el bolso, no ve que va y empiezan esos pacos a joder otra vez. Agarre bien a su hermana.
Vivimos en el Barrio el Hoyo, cerca del terminal. Estamos alquilados en un apartamentico de la hermana de mi mujer desde hace como 5 años, y la vaina no es tan cara y hasta bonita, pa’ qué. Los carajitos duermen en un cuarto y nosotros en otro. En el tiempo que llevo con mi mujer hemos comprado cosas y mal que mal tenemos nuestras vainas.
Esto por aquí es candela, pero a uno ya lo conocen y no andan con vainas raras. Yo sé que todos los chamitos de por aquí son mala conducta y cuando grandes se vuelven malandros, por eso metí a mis chamos a estudiar en otro liceo fuera de aquí, por allá en el Centro. Allá también es trinca, pero no tanto como aquí, boó.
¡Quítate, mamag…! ¡Ahora dueño de la calle y tales! Qué bolas tiene la gente, ven el toche semáforo en rojo y se meten de coñazo y tenga, quedan trancados en plena mitad del paso. Uno porque anda en moto y se medio mete entre los carros, pero, tan toche, los que andan en carro les toca calarse madre cola. Después dicen que los mototaxistas son unos pasados y que no se qué.
El centro de San Cristóbal es una vaina bien loca. Yo no sé cómo es que hay tanto carro y bus en esta ciudad, boó. Eso desde que amanece está repleto de carros por todos lados. Uno puede durar hasta media hora metido aquí, de pana. Y eso es todo el día. Mi linea de mototaxis -Los chácaros, manejando con excelencia- queda aquí mismo en el Centro, por el Centro Cívico, y eso es todo el día full de gente y buhoneros y carros pa’ aquí y pa’ allá. La única hora que está medio tranquila la vaina es cuando llego, que apenas está empezando a aparecer la gente.
—Pilas con su hermana, Toño. Chao, mi negra, se me porta bien. Los paso buscando a las 2. Mosca por ahí.
Coño, ojalá hoy no llueva y me vaya un pelo mejor. Esta vaina está muy arrecha, marico. ¿Usted sabe lo que es que un toche paquete de pañales para recién nacido valga disque cuatro mil bolos? Tan toche. Ahí le toca a la mujer mía irse a hacer cola en el Farmahorro, que siempre les llega. Le toca calarse sus buenas cuatro horas, pero qué más.
Este trabajo no es fácil. A uno le toca estar aplastado todo el día aquí dele que dele a la motico, boó, viendo por ahí quién necesita una carrera. Yo a veces me paro allá en la linea, pero esa vaina hay mucha competencia. Toca es andar encima de la gente, como conozco unos panas que son así. Los toches tienen un ojo para detectar clientes, cuando los pillan, les caen y «mototaxi, mi pana», y casi que hasta los persiguen.
Yo de verdad no sé que tiene la gente contra los mototaxistas, está bien que hay unos que son bien mamagüevos, pero no todos. Uno siempre ve el beta, uno va andando en la moto relajado y cuando uno pasa cerca de la gente que va en la acera, se cagan y buscan como correr más rápido. Qué vaina más cómica, boó.
—¡Épale, mototaxi!
No joda, ya era hora. Vamos a ver para dónde va este marico.
—Mira, mi pana, ¿cuánto hasta la ULA? tírame suave que soy estudiante, bro, y voy más tarde quel coño.
—Coño, dame cuatrocientos, pues. Precio estudiante, mi pana.
—Dale, sí va.
A mi siempre me da risa la vaina con los estudiantes. Los carajos siempre andan pelando bola todo el tiempo, y con esos carrerones a toda hora. No los culpo, la vaina está arrecha y los chamos lo que quieren es graduarse e irse pal coño. Por eso siempre les tiro suave, y uno hasta aprende vainas parándole bolas a lo que dicen.
—Agarra el casco ahí pues, tiene una mañita en la correa así que le toca que lo sostenga o sale volando. Y mira, mi pana, ¿cómo esta ese peo allá en la ULA? porque ayer se estaban dando duro los guarimberos, hasta no dejaron pasar para allá ni nada.
—Man, eso está candela. Con el peo de que no quieren mandar presupuesto a la universidad, y la vaina del revocatorio, andan alborotados.
—¿Y tú no andas metido en la vaina? pilas, marico, porque esos pacos hijueputas se están llevando a todo el que vean por ahí jodiendo.
—No, vale. Yo ando sano en lo mío. Yo lo que quiero es graduarme rápido de esa vaina e irme. Aquí las cosas no van a cambiar a punta de guarimba.
Coño, el chamo tiene razón. Estamos con esta vaina del guarimbeo desde hace como dos años y a los únicos que hemos sacado del país han sido gente que está obstinada ya del peo, más no a ese cabeza de gue… de Maduro. Yo les voy a decir una vaina, yo soy chavista, yo siempre apoyé a mi comandante Hugo Chávez, pero a este hijueputa, nunca. Ese carajo nos vio la cara de toche a todos los chavistas y ahora nos tiene comiendo mierda también.
—Qué te iba a decir, ¿nos metemos por el Seguro Social o por el Hiperbaratta? porque ayer estaba trancado por el Hiperbaratta.
—No, dale por el Seguro, pero te metes por Los Teques, por donde está el comedor de la ULA.
La ULA es tremenda universidad, boó. Uno de mis hermanos se graduó de Básica Integral hace ya como dos años. Yo siempre iba y lo buscaba, me sentaba por ahí y me fumaba un cigarrito. Y la vaina es de pinga. Es bien grande. Tienen una fachada elegante, los jardines y árboles bien cuidaditos, y poco de culos que qué le pasa, marico. No hay gevita de la ULA fea, de pana.
—¿Y este poco de pacos qué? alaputa, como que se están dando piña allá adelante. ¡Tan toche, vamos a dar la vuelta!
—¡Epa!, usted el de la motico negra, pégate ahí.
—¡Bro, dale! ¡Da la vuelta! No le pares bolas a ese paco, que nos va a joder la vida.
—No, vale, yo no creo, que nosotros andamos sanos. Además yo ando con mis papeles al día, y usted muestre el carnet y que va pa’ clases y más nada.
Pero este toche carajo por qué sale corriendo. ¡Ay, jueputa, lo agarraron! Sí es bien marico. Si anda sano, como cualquier otro carajo yendo pa’ la universidad, ¿pa’ que corre?
—¿Para dónde iba, menor? Muestre que tiene en ese bolso, ¿o es que está ocultando algo? Hable claro.
—Cargo puros libros y mi suéter, señor oficial. Iba para clases, mire yo estudio en la ULA.
—¿Libros? y ¿qué es estas botellitas de vinagre y ese poco de puntillas? Otro malparido guarimbero. Toma tú «soy estudiante».
Uy, ¡qué tochazo! Pelao marica, resultó ser guarimbero, y me cayó a paja. Yo hubiese sabido y ni por la madre lo traigo. Epa, ya va, yo no tengo nada que ver en esto. El carajo me pidió que lo trajera en mi mototaxi. Vea, yo trabajo en la linea Los Chácaros del Centro…
Lo que sucedió a continuación se los voy a resumir en pocas palabras: me bajaron de la moto, me revisaron toda verga, y al final, tuve que soltarle los únicos 500 bolos que cargaba en el bolsillo para que me dejaran ir.
No joda, tras de que no he hecho un coño de lucas hoy, me tocó pagarle a ese pingo paco. Ni el carajo este me pagó. Bien mal que le va a ir, porque esos pacos lo sueltan como en un mes, si acaso.
Yo espero que está situación se mejore algún día, chamo. No quiero que mis carajos anden pasando roncha por ahí, o que se gradúen y anden peor que yo que no estudié. El Anthony anda con una mariquera de estudiar Diseño Gráfico que no se qué, y yo le digo que estudie Medicina o una vaina así, que eso es lo que da plata en este país, pero el Toño no me para bolas. Ese pingo es bien loco, siempre anda pegado a esa canaima que le dio el Gobierno y eso es dele que dele a esa máquina. Marielita si va pendiente de estudiar Odontología, pero en Mérida. Dios quiera todo se mejore y pueda meterla a estudiar por allá.
Aquí en Táchira la vaina no está tan jodida, boó. Uno mal que mal resuelve la comida, pero es arrecho. A uno le toca calarse colas y colas, porque ni de vaina comprar revendido. Yo de pana siempre me pregunto cómo hacen ese poco de carajos que vienen de otras ciudades a estudiar aquí para comer y eso. Menos mal lo que es la ULA y la UNET tienen su comedor y con eso resuelven, pero otras universidades sí que negado.
Esta ciudad tiene mucho potencial. Aquí la gente aún es muy amable, el clima es agradable, no hay taaanto tráfico como en otros países y pese a toda la situación del país, uno puede vivir medianamente bien.
—¡Mi señora, mototaxi a la orden!
—Gracias, hijo. Voy para Pueblo Nuevo ¿cuánto me cobra?
—Deme 500 bolos, madre.
—Uy, por qué tan caro, muchacho. Un taxi me cobra eso.
—Claro, pero yo la voy a llevar mucho más rápido. Deme 400, pues.
—Ahora sí nos entendemos. Muestre a ver ese casco…
Gocho que se respete siempre todo le parece caro. Qué vaina más arrecha, y uno de toche siempre termina accediendo. A uno le caen a paja diciendo «ustedes si son amables» ¿amables? uno lo que es es tremendo toche.
—Mi señora, ya llegamos. ¿Vio que era rápido?
—¡Coño ‘e madre! Usted me quería era matar. ¡Tome su plata!
La señora se bajó como arrecha, boó. Yo solo quería garantizarle que llegara rápido a su destino. Quién las entiende.
Andas en mi cabeza ne-na-a-to-das-ho-ras, cada minuto, cada segundo, cuando me da vueltas tú me-des-con-tro-las..
Mirá, la mujer me escribió: «amor hay. leche en. el barata. benga y me busk en. farmaorro». Coño, voy para allá de una. Mi tercer hijo va a nacer como en tres meses y toca ir resolviendo todas su vainas. No joda, yo si soy bien marico, yo tenía que haberme cuidado, pero no, la gevita con su vaina de hacerlo a lo natural y tenga, otro chamo. Pero, bueno, pa’ lante con mi familia.
Así transcurrió todo un día metidos en ese toche supermercado, donde apenas logramos comprar dos bolsas de leche, una salsa de tomate y un Glade de spray (no usamos esa vaina, pero uno lo cambia por desodorantes). Qué arrechera.
A mi mujer le dio mareos como cinco veces y ni por estar embarazada me la dejaron pasar más rápido; a mis carajitos les tocó irse solos para la casa y sabrá Dios qué comieron; apenas alcancé a hacer como tres carreritas; una vieja me recordó a mi mamá, y se llevaron a un carajo guarimbero que iba en mi moto y que, de paso, ni me pagó. Triste pero cierto, esta es la realidad que uno vive en Venezuela todos los días. Muchas veces uno quiere poder hacer más, pero la misma situación lo frena a uno, boó.
Todas las noches, antes de acostarme, me acuerdo de cuando vivía en El Cobre, y solo pienso en mis adentros que ojala todo fuera como antes…al menos para mis chamos.
Lee también
[Crónicas de Venezuela] Capítulo 2: Caracas La prostituta de la madrugada