En la redacción tenemos varios meses discutiendo un fenómeno del que no escapa nadie: el carácter cíclico de las tendencias y la moda.
Conforme han ido pasando los meses en pandemia y entro en cualquier red social, el resultado es el mismo.
Publicación tras publicación encuentra alguna forma de rescatar algún recuerdo de mi propia adolescencia. Si no es el flequillo de lado son las minifaldas con volantes; un jean de corte bajo por aquí o una camisola de encaje y pedrería por allá.
Pero lo que más me asusta no es el recordatorio constante de cómo han pasado los años, sino el peso de una verdad universal que finalmente entendimos todos los que ya pasamos por ahí: La mayor parte de la moda de la era del Y2K es realmente fea y poco favorecedora.
Estoy segura de que no soy la única que tiene algo de estrés postraumático causado por el terror diario de exponer potencialmente mi culo a cualquiera que estuviese sentado cerca de mi. O en su defecto; a caerme por las escaleras de algún lugar gracias a la cantidad de tela que se acumulaba en torno a mis zapatillas, ¿verdad?
Pero a los ciclos de la moda, poco le importa el trauma de toda una generación. De hecho la experta en cultura de Internet Rebecca Jennings señaló inteligentemente en un artículo en Vox el mes pasado, «la gente tiende a olvidar cuánto odiaba las cosas que ama». Para explicar el punto, Jennings mete el dedo en la llaga y nos recuerda que hasta hace unos años, nadie en su sano juicio creía que unos Levi’s de tiro alto acabarían con el reinado aparentemente indestructible de los skinnies, ¿verdad?
Lo que si es cierto es que las tendencias van y vienen; y las reinterpretaciones de décadas pasadas son solo eso: reinterpretaciones. Así que, si tenemos suerte, este resurgimiento de la moda de principios del milenio logrará integrar los beneficios de la última década con el maximalismo innegablemente divertido de la década del 2000. Pero, por los vientos que soplan; creo que es mejor despedirme con un recordatorio para nosotros los viejennials: Absolutamente nadie debe usar una prenda de vestir que deteste o le quede evidentemente mal, solo porque otras personas lo consideran cool.
De hecho; lo mas moderno y verdaderamente cool que podemos hacer en estos casos es quedarnos con ese estilo que se adapta a tu propio cuerpo y estilo de vida. ¿Lo quieres más corto aún? Usa lo que quieras, porque a final de cuentas a nadie le importa.