Líderes y políticos en América Latina aún se rehusan a creer que las personas no se llenan el estómago con ideología
Antes de la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela, América Latina tenía poca fuerza de ideología de izquierda en sus países. El único foco comunista que era usado como el ejemplo de lo que ocurre a los pueblos que escogían ese camino, era Cuba. Pero para ser justos, Cuba sufría de un embargo económico por parte de Estados Unidos y su principal aliado político y económico, La Unión Soviética, había colapsado empezando la década de los 90’s.
América Latina sin embargo, venía sufriendo numerosas crisis económicas, sociales y hasta bancarias desde los años 80’s. Cuando Hugo Chávez gana la presidencia en Venezuela, ya Cuba no estaba sola en la región y comienza lo que conocemos como la expansión de la ideología por todo el continente.
Hugo Chávez y su proyecto político, luego de superar lo que probablemente fue su prueba más difícil, un golpe de Estado en 2002; comienzan un proceso de expansión y antes de que la región siquiera se diera cuenta, ya países como Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, Honduras y Nicaragua ya se encontraban bajo la influencia del chavismo.
Era la nueva esperanza para quitarse la mancha de ser «el patio trasero de Estados Unidos». Una nueva esperanza que marcaba la reivindicación de los derechos de los excluidos, de revoluciones para los pueblos, con los pueblos y por los pueblos, más o menos como hubiese dicho Abraham Lincoln.
Entonces, ¿por qué lo llamamos un fracaso? No es tan difícil darse cuenta que la teoría es una cosa y la práctica otra muy distinta. Mientras todas las ideologías de izquierda nos venden un mundo hermoso, de proyectos tan perfectos y un mundo bello comparado con el odioso capitalismo, todo siempre va a depender de quienes lo lleven a la práctica.
Una vez muerto Hugo Chávez, queda en Latinoamérica una fuerza de alianzas bien consolidadas. No ha importado para nada que Venezuela, la meca del socialismo iberoamericano, haya actuado con salvajismo propio de regímenes totalitarios, pues estos países ahora protegen no al pueblo venezolano, sino a la cúpula política que mantiene el poder. Pero, ¿por qué pareciera que estos gobiernos que no son tan exitosos como les encanta decir que son, van a ser eternos? Nada es para siempre y mientras más eternos se crean, más rápido van a terminar.
Una de las claves para la permanencia de estos proyectos fallidos ha sido siempre el populismo. Latinoamérica nunca ha sabido escoger a sus gobernantes con la cabeza fría, cuestionando cada uno de los movimientos de los políticos y manteniéndolos bajo presión todo el tiempo, y si se resbalan en corrupción o mentiras, revocarlos y desaparecerlos del escenario político para no ser elegidos nunca más a ningún cargo político.
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En América Latina se ganan elecciones conquistando el corazón de los votantes. Y la mejor manera de ganarse un corazón es diciéndole lo que quiere escuchar, lo que quiere que le prometan. Es decir, en esta parte del mundo se ganan elecciones prometiendo lo que no se va a cumplir, usando la demagogia en tiempos de campañas electorales y gana quien prometa mejor. Así ha sido como el chavismo se ha mantenido en Venezuela y ha logrado exportar su proyecto político por la región.
[divider]La manipulación descarada[/divider]
¿Ha valido la pena esa terquedad por mantener una teoría que ha fallado indiscutiblemente alrededor del mundo? Nos imaginamos que para quienes mantienen estos gobiernos, vale totalmente la pena. Pero nunca hemos confiado en políticos, los jóvenes estamos acostumbrados a ser rebeldes de acción y pensamiento, no nos importa que seas de izquierda o de derecha, eres político y mereces ser cuestionado.
De hecho, la izquierda latinoamericana le encanta llenarse la boca diciendo que los jóvenes estamos con ellos por aquello de los derechos sociales y cuando en Chile se vieron protestas de estudiantes en contra de la privatización de la educación, no fueron pocos los izquierdistas y hasta el mismo gobierno venezolano quienes comenzaron a usar eso a su favor para hacerse ver como los salvadores de la juventud con sus demagogias y mentiras populistas. En Venezuela, el oficialismo mantiene activos grupos, colectivos y organizaciones de jóvenes que dicen hablar por todos los menores de 30 años del país y lo que expresan es una serie de discursos impresos y enviados desde quién sabe donde.
¿Quién les dijo a estos señores supuestamente de espíritu joven que nosotros estamos para lavarle la cara a los gobiernos y no cuestionarles nada de lo que hagan? Ellos se molestan cuando los estudiantes de universidades autónomas se van a las calles contra el gobierno. No les gusta que seas rebelde ni de acción ni de pensamiento. Es todo una gran falacia.
Los actos de corrupción descubiertos en 2015 han salpicado muy negativamente en la popularidad de presidentas como Dilma Rousseff, Michelle Bachelet y Cristina Kirchner. Se podría decir que aún quedan focos de cordura en una población que no van a tolerar corrupción simplemente por tratarse de alguien ligado al «proyecto salvador». En Venezuela, los casos son más graves y numerosos, pero las instituciones y poderes públicos, así ellos lo nieguen, están completamente al servicio del Ejecutivo. Como si fuera una monarquía de la peor calaña.
[divider]Todo se trata del dinero[/divider]
Irónicamente, el socialismo es enemigo de las grandes fortunas, una ideología que según repetía mucho Hugo Chávez, era propia de Jesucristo. Lo llamó varias veces «el primer socialista». Pero son grandes millones lo que han mantenido a esta ideología en América Latina y esos millones existen gracias a un libre mercado petrolero y una bonanza gigantesca que recibió Venezuela durante muchos años. Un mercado capitalista manteniendo un proyecto socialista, la contradicción está a la vista de todo el mundo.
Los problemas que se están viendo en América Latina actualmente se dan justamente para aquellos que no tienen dinero. El principal afectado es Venezuela, en donde se expropió más de mil empresas privadas en 10 años y lo que se expropió, comenzó a quebrar con el paso de los años hasta llegar a lo que hoy en día vemos como la economía «productiva» de Venezuela: un país donde no se produce más que petróleo, e incluso en cuanto a los hidrocarburos, nunca se aumentó su producción sino que más bien bajó.
Cuando la meca del socialismo latinoamericano se queda sin dinero, se acaban los regalos por parte del gobierno venezolano a los demás gobiernos aliados de la región. Se acaba la compra de conciencias y la alianza con nuevos frentes para poder blindar no al país, sino al alto mando político que se ha vuelto completamente adicto a tener millones de dólares a su disposición para hacer creer al mundo que el socialismo es un proyecto exitoso.
«El socislismo fracasa cuando se les acaba el dinero… de los demás» ~ Margaret Thatcher