Cada cierto tiempo… cada tres o cuatro años, por ejemplo, sería no solo positivo sino necesario para la salud del país que, de alguna manera, se nos recordaran todos los desaciertos, escándalos, bochornos y trapos sucios que los políticos han cometido en este período.
Cada cierto tiempo… cada tres o cuatro años, por ejemplo, sería no solo positivo sino necesario para la salud del país que, de alguna manera, se nos recordaran todos los desaciertos, escándalos, bochornos y trapos sucios que los políticos han cometido en este período. De manera de combatir la escasa –nula- memoria política que ha caracterizado a Venezuela y los venezolanos desde que somos “esto”. Un día específico, en el que todos los medios se dediquen a excavar ese pasado reciente y expongan, con la misma intensidad inicial (si es que la hubo), todos los actos abominables que la dirigencia política dejó a su paso. Tal vez así recordaríamos con quiénes estamos tratando; a quiénes seguimos y –sobre todo- por qué continuamos en esta carreta sin frenos –casi sin ruedas- que se enfila al despeñadero que aparece allá… sí… allá mismo, ¿usted logra verlo?
Entonces sería sorprendente… muchos espabilarían; se escucharía por doquier el: “¡Yo no me acordaba de eso!”. Y es que un país donde nadie recuerde las “proezas” llevadas a cabo por la élite de pillos que lo gobierna, no estará condenado a cien años de soledad sino de miseria, ruina y retraso, aunque ciertamente, tampoco tendrá –fácilmente- una segunda oportunidad sobre la Tierra.
Válido ejemplo de lo anterior es un caso ocurrido hace varios años y que seguro pocos ciudadanos recuerdan, puesto que involucra al hombre del mazo y a un difunto revolucionario. Luis Tascón, quien pasará a la inmortalidad como autor de una lista que hoy sigue manchando el civismo nacional, pero en su momento montó trinchera contra Diosdado Cabello, e incluso exigió una investigación a la Asamblea Nacional por presuntas irregularidades en la adquisición de 200 microbuses, 100 rústicos y 100 unidades autopullman, esto en la durante la gestión de José David Cabello, frente al Ministerio de Infraestructura. En esa época, Diosdado era el gobernador del estado Miranda y respondió acusando a Tascón de imperialista y de tratar de sacarle pasaporte diplomático a un supuesto banquero vinculado al narcotráfico. Tascón alegó: “La respuesta soberbia de Cabello atenta contra la unidad de los revolucionarios”. Así estaba todo en ese momento. Luego, Tascón se fue al otro mundo (no precisamente al imperialista) y Diosdado se convirtió en el hombre con mayor poder en Venezuela (¿quién lo niega?)…
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