Una cosa es estar delgado por voluntad propia y otra es estarlo por mala alimentación, son dos aspectos totalmente diferentes y lo vemos hoy en día en Venezuela.
Desde hace unos años, gracias a la escasez de productos de comida, es fácil encontrar conocidos tuyos que han adelgazado drásticamente.
Cuando se les pregunta por el vertiginoso cambio, suelen responder de forma irónica: “Es culpa de la dieta de Maduro”.
Suena cómico, pero el trasfondo del tema es sumamente fuerte y complejo de entender en otras latitudes.
Lo explicaré fácil: Venezuela desde hace años dejó de invertir en la producción de alimentos nacional, así que la mayoría de las pocas cosas que se encuentran en supermercados es traída de otros países; desde carne hasta granos y arroz, todo tiene sello internacional.
Ahora, la otra cara de la moneda es que la inflación creciente en la nación ha hecho que el precio de dichos productos se haya disparado hacia las nubes de manera superlativa.
Relacionando esto con el salario mínimo que cobran la gran mayoría de ciudadanos, es casi imposible elaborar una buena compra.
Cabe destacar que el sueldo mínimo integral del venezolano es de 325.544 bolívares fuertes.
Y un kilo de azúcar ronda los 25.000 bolívares fuertes… imagina cuántos productos que tantean dichos precios se pueden comprar con este salario.
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Muy pocos en realidad.
Debido al actual momento de desabastecimiento, el ciudadano ha optado por llenar sus alacenas con una gran cantidad de vegetales y raciones específicas de carne, arroz y pastas.
Contando con que esto debe de rendir una o dos semanas, así que se consume en porciones pequeñas para que alcance.
Esta forma de vivir ha hecho que gran parte de los venezolanos haya sufrido ese cambio en su peso.
¿Pero es lo correcto?
Para un país normal, con problemas tales como “una comunidad autónoma quiere separase y convertirse en una nación independiente”… no.
Para un país en donde se encuentran todos los productos en los anaqueles de los mercados, no.
Para un país en donde el sueldo te alcance para pagar deudas y, sobre dinero para comprar otras cosas, no.
Lo que dicta la lógica, es que aquellas personas que quieren llevar una vida sana tienen todo su derecho en hacerlo.
Asimismo, aquellas que no, también, de eso se trata la tan ansiada libertad.
Pero los que conocen el país del “panita”, la arepa, y las mujeres más hermosas, saben que se vive en otra realidad.
Nicolás Maduro ha llevado la economía venezolana a un precipicio muy difícil de salir, y aquellos que aprovechen la oportunidad para comenzar a ponerse “fitness”, les digo que está.. bien.
Pero les pido que, no nieguen que día tras día el bolsillo los obliga a mantener ese estilo de vida mediocre por obligación, y no por gusto.