Diciembre prometía, y no es porque yo sea terriblemente optimista, sino porque es el único mes en que de verdad se comparte con toda la familia. Además, el común denominador suele creer que todo fin de año contempla un comienzo esperanzador; y aunque la situación está insostenible y todos estamos azules de respirar en este océano injusto de inmundicias, se pretendía pasar un tiempo chévere.
La sociedad estaba angustiosamente tranquila, Nicolás
Pero pasó lo que tenía que pasar, la angustiosa calma de pronto fue invadida por una marea creciente de maldad. El presidente Maduro dio la absurda orden de «canjear» todos los famosos billetes marrones que tenían la silueta del ilustre Libertador, instaurando con esa medida arbitraria y cobarde, una palpable desesperación en las calles, y con ello, la bola inflamable de caos que alcanzaba proporciones gigantescas golpeando a todo el mundo en medio de una enfermiza carrera sin sentido.
Lo que devino en una serie de sucesos que dibujaron el actual imaginario social del venezolano. Y es perturbador y escalofriante. Adictos de la necesidad. En eso nos han convertido.
La serie de protestas que tuvo lugar en el país, solo demuestra que vamos perdiendo los pocos gramos de humanidad, y que también nos hemos convertido en simples impulsos andantes persiguiendo la inmediatez para sobrevivir.
Lo sucedido en el Callao, Bolívar -donde murieron tres personas-; el incendio de dos entidades financieras en Guasdualito, Apure, y la posterior conflagración de la alcaldía de la Fría, Táchira me llevó a pensar que vivimos con un fósforo por cabeza y que al mínimo indicio de zozobra, nos encenderemos en furia, tratando de acabar con nosotros mismos.
La malnacida doble moral del venezolano
Ahora que han pasado los hechos violentos y los saqueos en el país; y la desesperante normalidad se volvió a adueñar de las calles, hemos comprobado una vez más que nuestra doble moral no es debatible, es algo que existe inmerso en cada uno de nosotros.
El polémico y temerario cíclope Sundde ha contribuido a insuflar y demostrar tan reprobable actitud.
Como bien saben, este brazo del Gobierno «vela» para que los productos que compren las tiendas sean vendidos en relación al precio de compra efectuado en el extranjero, suprimiendo la exorbitante cifra y el avaricioso valor que los comerciantes quieren imprimir cada uno de ellos.
Sin embargo, la situación se ha salido de control.
Desde el 8 de noviembre Sundde hizo un llamado de atención a la tienda EPK por supuestos aumentos de precio. La popular tienda de ropa ignoró a Sundde, y como resultado, el cíclope ordenó de forma inmediata un voraz descuento de hasta 80% de descuento en todas las sucursales del país. Y la gente, ni corta ni perezosa, aprovechó la anarquía.
Infinitas colas se crearon en los exteriores de las tiendas de EPK, a lo largo y ancho del territorio nacional. Como una serpiente que repta hacia los restos de un animal en estado de descomposición. Las personas comentan entre el camino interminable hasta las vidrieras de EPK que: «Coño, este gobierno, lo ha hecho todo mal, pero y de pronto, mira, le bajan los precios a esta tienda, y ahora, le voy a poder comprar los estrenos a mi hijo, ¿no serán tan malos después de todo?»
Entonces me pregunto: ¿serán ellos tan malos o nosotros muy pendejos? Aún no me queda claro.