No nos vamos a lanzar una de hippies de Bellas Artes. No vamos a decirte que el mundo es hermoso cuando sabemos que pasan cosas que están mal; muy mal. Pero, como nosotros somos realistas –mas no haters- decidimos hacer una listica de cosas para recordarte unas cuantas ventajas de vivir en el 2017.
En estos últimos años han pasado cosas brutales que jamás pensamos que veríamos. Nike lanzó los Mag que se amarran solos, tal cual los vimos en Volver al Futuro; ya existen cohetes reciclados capaces de aterrizar en el mismo sitio donde despegaron. Hemos sido testigos del mapeo de las conexiones del cerebro, han descubierto nuevos tipos de neuronas y por primera vez se pudo corregir una enfermedad hereditaria en embriones humanos. Todo eso aparte de los avances monstruosos que se están haciendo en inteligencia artificial y robótica.
Incluso hemos visto que el abismo entre la ciencia y la religión se ha ido cerrando.
¡¿Qué?!
Si. Así como lo estás leyendo. Todo gracias a la mecánica cuántica.
¡Quítense, gatos y perros! Resulta que entre los protones y los quarks se escondía la propiedad capaz de ponerle fin a una de las rivalidades más viejas de la historia de la humanidad. ¿No me crees? Sigue leyendo.
Dos de los conceptos que se manejan en la mecánica cuántica son el vacío y el enredo. La idea del vacío es uno de los pilares de la filosofía oriental. Según esta corriente, todos los fenómenos carecen de su propia existencia inherente porque su existencia depende de las condiciones que les dieron origen. Es decir, nada tiene una naturaleza fija o permanente, lo que hace que nuestra realidad sea un fenómeno netamente experiencial; todo depende de cómo sea experimentado por cada individuo.
Entonces, si hay tantas realidades como percepciones, pueden existir las realidades paralelas, ¿verdad? Claro. ¡Gracias Schrödinger!
El otro aspecto del que vamos a hablar es el principio de enredo. Este principio, que no tiene nada que ver con la situación del país, se produce cuando se generan pares o grupos de partículas de tal manera que el estado de una partícula en específico no puede ser determinado. Más bien, el observador debe medir el estado del sistema cuántico como un todo.
Con un sistema enredado, el estado de cada partícula se correlaciona con los otros. Por lo tanto, la medición de una sola partícula influirá en sus socios.
Vamos a verlo desde la filosofía. Digamos que la mecánica cuántica tiene dos verdades: una convencional que es determinada por medio de la observación y otra más pura que no es otra cosa sino una lista indeterminada de probabilidades. Los postulados de la mecánica cuántica reflejan la filosofía oriental en la medida en que ésta profesa que las cosas existen en el mundo, pero que no tienen una esencia objetiva y sólo derivan de nuestras interpretaciones subjetivas.
Es más, en ambos casos, la explicación de las dos verdades es notablemente similar. En el caso de la mecánica cuántica, el enredo es una expresión cuantificable de la noción de origen dependiente de la filosofía oriental: el estado de una partícula cuántica particular no puede expresarse porque depende del sistema cuántico en su conjunto.
Pero como todo en la vida no son intensidades, vamos a hablar de otras cosas que nos gustan.
Nos gusta ver TV. Nos gusta Game Of Thrones porque todo el tema de estrategia está muy fino, además, tienen dragones. Vemos The Walking Dead porque finalmente lograron traer de vuelta los zombies serios. 2017 nos ha dejado adaptaciones a tv brutales. Hasta ahora Preacher, American Gods y The Handmaiden’s Tale están entre nuestras favoritas.
Tenemos años viendo RuPaul’s Drag Race. Nos reímos con Bill Maher, Louis C.K, American Dad y Rick and Morty. Sintonizamos religiosamente a Neil De Grasse Tyson, Bill Nye porque hacen de la ciencia un tema sencillo, divertido y altamente digerible.
Tripeamos con Bruno Mars y Mark Ronson porque saben darle la vuelta a los sonidos retro para que funcionen en 2017. Nos gusta full el soul cargado de protestas de Solange, la agresividad premeditada de Kendrick Lamar. Descubrimos a Jlin y movimos el cuerpo con el flow de Migos.
Somos fans de James Gunn, Patty Jenkins Y James Mangold porque rompieron el molde de las adaptaciones de comics al cine. De Edgar Wright porque sabe que ser gracioso y contar una historia no tienen por qué ser categorías excluyentes. De Christopher Nolan porque es CHRISTOPHER–FUCKING–NOLAN.
…Y si nos dejan seguir, podríamos pasar semanas haciendo listas.
Entonces, con tanto de donde escoger, la religión y ciencia empezando a hacerse carantoñas, las cosas no están tan mal como parecen, ¿verdad?