Un periódico conocido, de clara tendencia pro gubernamental cerrará sus puertas pronto. No, nos metimos a tarotistas ni nada por el estilo. Viene de buena fuente: Hace unos días, la tía de uno de nuestros redactores se enteró de que su esposo trabajaría hasta el 31 de mayo.
Cuando estas cosas ocurren, es normal que a uno le de por ponerse «creativo» y empiece a pensar que la justicia poética existe. En cierta medida es una reacción justificable; pero lo que sí no debe justificarse bajo ningún pretexto es respaldar la mentira, amparándose en una «línea editorial». Eso es un descaro muy grande.
Hace dos meses Marinela Balbi, directora del Instituto de Prensa y Sociedad de Venezuela (IPYS), señaló que en cinco años han cerrado 35 medios impresos. Si utilizamos matemática básica eso da un total de 7 anuales. El problema es que ya con uno es demasiado. ¿Cómo se le ve la cara, entonces, a esta cifra? ¿Cómo se pronuncia?
No es fácil que te digan que el medio en el que trabajas dejará de ir a imprenta. Después de la resaca de la noticia queda un sentimiento de orfandad difícil de procesar; en parte porque todos los que trabajan en medios impresos terminan relacionándose con el papel. El periódico es un resultado palpable del esfuerzo diario, y en algunos casos un orgullo personal.
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Habrá muchos quienes ya sepan de qué periódico estamos hablando; quizás otros no tengan idea, pero por respeto a las personas que laboran allí desde hace más de quince años, preferimos que sea algo que se devele por sí mismo en el corto plazo. Si necesitan mas pistas, podemos decirles que en los últimos años se caracterizaron por sus titulares descarados y omitir deliberadamente información importante; esto sin contar las primeras planas que vendían con descaro la imagen de una Venezuela próspera.
Si nos apegamos al código de ética del periodismo y de la libertad de prensa, cualquier cierre de medios es un asunto serio; una falla grave. NO es algo que ocurra en un estado democrático. De ninguna manera debemos alegrarnos por el cierre de ningún periódico, incluso si es oficialista. Hacerlo supone ceder un espacio para que el autoritarismo se cuele y se imponga. Lo que sí está claro es que el karma, como ley de causa y efecto existe, y que todo se devuelve.