Con el pasar de los años, los infieles se han convertido en algo tan común que ahora son objeto de estudios científicos.
De hecho, uno llevado a cabo por la Universidad de Binghamton en Nueva York, reveló que existe un gen ligado a la promiscuidad, la infidelidad y las aventuras de una noche.
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El grupo de científicos, dirigido por Justin R. García, reveló que la infidelidad y la promiscuidad están ligadas con la mutación del gen DRD4; el cual está vinculado con el receptor de dopamina D4.
Los receptores de dopamina se asocian con el efecto de placer en el organismo. En particular, al receptor D4 también se le achaca la adicción al alcohol y los juegos de azar; esto teniendo en cuenta que influye en los procesos bioquímicos del cerebro y, en consecuencia, en la conducta.
Según los académicos, la motivación de los infieles está directamente vinculada al sistema de placer y recompensa del cerebro. «En los casos del sexo prohibido, los riesgos son altos, las recompensas sustanciales y las motivaciones variables; todo eso asegura una descarga de adrenalina y dopamina», explica García.
