Sansa Stark es uno de los personajes mas polarizantes dentro del fandom de Game of Thrones que, a pesar de todas las vueltas que ha dado la historia de George R.R. Martin, está peligrosamente cerca de ganar el juego. Pero, ¿por qué todos odian a Sansa? Quizás la respuesta esté en nuestro primer acercamiento al personaje.
En esa primera temporada no solo estamos viendo a una Sansa preadolescente, con todos los conflictos propios de su edad; sino una que ha sido criada como la heredera de una gran casa de Westeros. Esa Sansa es el ejemplo de la perfecta princesa inocente; la niña frágil y femenina que no tiene muchas opciones de sobrevivir al despiadado juego de tronos.
Después de la decapitación de su padre; Sansa pierde el sentido del control en su vida. Sansa está sola, en una tierra extraña y los miembros de su familia van muriendo como moscas. Por si fuera poco, está rodeada de otros personajes que la usan como un peón dentro del gran esquema del juego de tronos; pero nada de ello hace mella en Sansa.
Durante todo este período de tiempo, la lady de Winterfell abraza el rol de dama de la corte para mantenerse con vida. Incluso cuando es agredida físicamente en frente de la corte; Sansa es lo suficientemente inteligente como para saber cuándo seguir adelante y mantener la boca cerrada.
«Mi piel ha pasado de porcelana, a marfil, a hierro”
Sansa demostró desde un principio saber adaptarse y proteger sus cartas de la vista de sus rivales. Si bien es cierto que a lo largo de al menos seis de las siete temporadas de Game of Thrones, Sansa Stark tuvo que confiar en personas que definitivamente no lo merecían; la chica a la que Cersei Lannister llamó “palomita” sobrevivió a todo: llámese Lysa Arryn, Ramsay Bolton, o el mismísimo Petyr Baelish.
A lo largo de las siete temporadas (terminadas) de Game of Thrones, Benioff y Weiss se han encargado de hacernos ver que el trono será de Jon Snow; pero Sansa ha probado que tiene capacidad y habilidades para liderar los siete reinos sin dejar de lado las necesidades de su gente y las repercusiones de sus acciones.
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Además, de los Starks sobrevivientes, Sansa es la única que no tuvo ayuda sobrenatural para llegar hasta la recta final del juego. No es el cuervo de tres ojos ni ha seguido las enseñanzas de los hombres sin rostro y mucho menos cuenta con R’hllor para revivirla porque probablemente sea “el príncipe prometido”.
Sansa es una mujer normal en un mundo caótico; alguien que ha sobrevivido a todo usando su cerebro y la ayuda de otras personas. Un personaje lo suficientemente inteligente como para descubrir qué y quien la ayudará a alcanzar sus objetivos. De hecho, aún cuando Arya le cuenta sobre su nueva misión, Sansa simplemente une fuerzas con sus hermanos para derrotar a Littlefinger después de que éste intentara separar a la manada Stark.
En las primeras temporadas, la fragilidad de Sansa siempre estuvo en contraposición a otras formas de agenciar la feminidad. Sea desde la ambición como Cersei; desde la inconformidad como lo hace Arya o desde una versión del “sentido del destino” de Daenerys. Pero los grandes arquitectos detrás de la versión mejorada de esa fragilidad son dos de las personas que más desprecia: Cersei Lannister y Petyr Baelish.
Cersei y Petyr son las dos influencias más grandes de Sansa después de sus padres; pero eso no quiere decir que sea una versión miniatura de cualquiera de ellos. Simplemente le abrieron los ojos a la realidad de ser en Westeros. Sansa aprendió las reglas del juego tanto de Cersei como de Peytr. Ese aprendizaje es algo que llevará consigo por el resto de su vida; junto a las lecciones que aprendió de Ned y Catelyn Stark.
El trayecto de preadolescente naif a dama de la familia Stark es uno que definitivamente debe ser recordado como uno de los mejores arcos en Game of Thrones. Al final del día Sansa Stark es un personaje esencialmente bueno que, a pesar de haber pasado por momentos realmente terribles; sabe de la importancia del honor, la lealtad y la confianza en un mundo tan lleno de oscuridad. Una loba que sabe de la importancia de la manada; lleva el frío del norte en lo más profundo de su ser y aprendió a administrar sus fuerzas para que sus ataques sean extremadamente letales.
Una digna contendiente para el trono de hierro, o lo que quede de él.