Hace veinte años, el hecho de que un nombre como Tom Cruise o Julia Roberts apareciera en el poster de una película era suficiente para llenar salas de cine. Hoy en día, el panorama es completamente diferente.
Cuando estaba pensando cómo desarrollar este tema, me hice una pregunta: En los últimos 10 años, ¿me he emocionado por la película más reciente de tal o cual actor? Sorpresivamente, la respuesta fue “una que otra vez”. Creo que el caso más puntual fue con Vice, la película más reciente de Christian Bale; del resto fueron más las veces que terminé en el cine viendo lo más reciente de “inserte su estudio o franquicia favorita aquí”.
Entonces, con este panorama, ¿cómo es posible que todavía se hable de las grandes estrellas del cine?
Es absurdo pensar que hoy en día, el “star power” o el clout de un actor es suficiente para hacer que una película sea un éxito de taquilla. Revisemos un caso bastante interesante: Johnny Depp.
Desde el principio de su carrera, Johnny se mantuvo en como el punto medio entre la estrella de cine tradicional y el actor principal de cuanta película alternativa –o de Tim Burton– saliera a la luz pública. El tema es que desde ese punto medio en la industria, Johnny usó su talento para convertirse en una superestrella, de esas cuyo nombre ponía traseros en asientos con solo aparecer; ¿o cómo creen ustedes creen que Piratas del Caribe se convirtió en una franquicia de cinco películas?
Para 2016 Johnny Depp encabezó la lista de actores de Hollywood más sobrevalorados, todo gracias a una ecuación matemática básica: Por cada dólar que los estudios invirtieran en contratarlo, el actor solo rindió ganancias de $2.80. En 2016 Johnny estrenó Alice Through the Looking Glass -un fiasco absoluto-, Mortdecai, Trascendence y Black Mass. ¿Cuántas de esas fuiste a ver? Exactamente.
Pero sigamos metidos en la lista de Forbes. ¿Ustedes saben quién era el segundo detrás de Johnny Depp? Will Smith. ¿Las razones por las que está en esa lista? Concussion y Focus. Claro, habrá quienes digan que en ese mismo año se estrenó Suicide Squad y que, a pesar de todas las malas críticas, fue un éxito. Para ellos tengo una pregunta sencillita: ¿El “éxito” de Suicide Squad dependía del nombre de Will Smith? ¿La película hubiese recaudado menos si se tratara de un actor menos famoso? En ambos casos la respuesta es una sola: No. La franquicia es quien hace el trabajo pesado.
Entonces Will y Johnny ahora son parte de un selecto grupo que incluye nombres como Tom Cruise, Jennifer Lawrence, Julia Roberts y hasta Tom Hanks. Todos con películas que sencillamente no lo lograron. Parece una nueva ley implícita de Hollywood: Después del gran cheque por Mission: Impossible vienen los números rojos de Oblivion.
Antes, un nombre como Tom Cruise o Julia Roberts eran clave para asegurar el éxito global de una película. Ahora, con el auge de las franquicias y los blockbusters, la clave está en el matrimonio entre la campaña de marketing y el star-power de su protagonista.
Desde 2012, todas las películas del MCU en las que aparece Robert Downey Jr. –excepto Spider-Man: Homecoming– han sobrepasado el billón de dólares a nivel mundial. Esa son cifras de una estrella de cine; pero a pesar de lo mucho que nos encanta su interpretación del brillante billonario-playboy-filántropo; esos números en taquilla tienen más que ver con el personaje y la franquicia que con el propio Downey.
La major prueba de esto está en The Judge. ¿The qué?, dirán muchos que no le prestaron atención a este drama. The Judge se estrenó entre Iron Man 3 y Avengers: Age of Ultron, así que el furor del MCU estaba en pleno apogeo, pero la cinta solo recaudó 84 millones de dólares. ¿Por qué la sola presencia del nombre de Downey no metió gente en las salas de cine? Porque las reglas del juego cambiaron.
El auge de los servicios de streaming, el video on demand y las muchísimas opciones que hay para entretenerse en casa han creado una especie de universo paralelo para esas películas. ¿Para qué vamos a gastar dinero en una entrada cuando podemos ver “The Judge” desde la comodidad de nuestras casas? Mejor aún, ¿para qué ver en el cine una película que no te termina de convencer cuando la televisión se ha vuelto tan buena que un capítulo es capaz de romper las estadísticas históricas del medio?
Habrá quienes digan que el cine, como industria, está en su mejor momento; pero si de algo estoy segura es de que las estrellas de cine están en proceso de extinción.
No tengo pruebas, pero tampoco dudas.