Sí, para el mundo es uno de los villanos más icónicos de la historia; todo por sus particulares inclinaciones gastronómicas. Pero Hannibal Lecter es mucho más que el caníbal que conociste en Silence of the Lambs.
Esta maravilla de personaje (de hecho, uno de los más interesantes del cine de horror) creado por Thomas Harris hace más de veinte años, nos muestra la otra cara de un criminal de alto rango imposible de controlar. Más allá de eso, se trata de un hombre con una capacidad intelectual abrumadora que lo hace sumamente complejo.
Entendamos el contexto
Para empezar, la conducta que conocemos de Hannibal fue marcada por una serie de infortunios en su infancia durante la Segunda Guerra Mundial, en la que vio morir a sus padres, quedando secuestrado junto a su hermana menor, por unos desertores que días después la asesinaron para comérsela, y además, tuvieron el descaro de ofrecerle un poco. ¿Cómo afrontarías tú una situación así con solo 8 años? Inimaginable, ¿cierto?
Después de eso, entró en un internado donde fue testigo de lo miserables que pueden llegar a ser algunas personas y esto le re confirmó su idea de que en este mundo no existe una justicia verdadera.
Al salir de allí, vivió con su tía política Lady Murasaki, donde, además de enamorarse de ella estando casada con su tío, aprendió el código samurái. Luego su tío murió y él, en medio de su obsesión, terminó matando a un carnicero que la atacaba. Esto nos revela el hombre apasionado que era y el hecho de no desaprovechar las oportunidades.
Posteriormente, se fue a Francia a estudiar medicina y allí tuvo la oportunidad de manejar cadáveres; es entonces cuando empieza su experiencia, digamos, a niveles profesionales. Y años más tarde se establece como psiquiatra en Estados Unidos, donde rápidamente se gana la fama de doctor culto y distinguido.
Una personalidad contrastante
Ese paso por diferentes lugares y el acercamiento a varias culturas formaron la base de su profundo intelecto. Un hombre culto, educado, con una biblioteca en su mente; de gustos exquisitos, amante del vino, el arte, la música clásica, la historia, la lectura, el saber, y la gastronomía (más allá de la excentricidad de la carne humana). Eso es Hannibal Lecter.
Todo lo que ha aprendido en la vida, e incluso lo que experimentó con sus pacientes, le es de utilidad, a todo le saca provecho; al nivel de desarrollar a postas su sentido del olfato y la memoria. ¿Tú podrías reconocer el perfume que usa una persona incluso si no lo llevaba puesto ese día en que estuviste con ella? Ya quisiéramos nosotros ser tan pro como él.
Un hombre fríamente calculador, controlador, pero con una calma inquietante, sumamente pausado, casi imperceptible, muy sigiloso; capaz de meterse en la mente de las personas y manipularlas como si de un super poder se tratase. Con sus conocimientos psicológicos logra engañar a quienes lo traten de examinar.
No se sabe con exactitud de qué patología sufre; algunos médicos lo tildan de sociópata, pero no encaja completamente en el perfil porque a pesar de todo, es capaz de mostrar emociones como amor, aprecio y agradecimiento. De hecho, contrario a lo que pudiéramos creer, tiene una sensibilidad incomprendida, es hasta un protector de los niños, lo que ocurre es que su visión del mundo no le permite ser un tipo moralista, por eso ve como un servicio público deshacerse de la gente mala.
Es tan particular este ‘hijo de su mamá’ que en ocasiones llegamos a ponernos de su lado. Nada más con el nivel de teatralidad e intelecto que le imprime a los homicidios, nos deja estupefactos. ¡Genio!
En conclusión, Hannibal Lecter es uno de los personajes más emblemáticos y creíbles del cine. El gran Anthony Hopkins le permite entrar en su piel para regalarnos esta brillante obra de thriller que nos confirma eso que dicen de que “el conocimiento es poder”. Es que nos deja maravillados pensando: ¿Cómo es que alguien puede ser tan humanamente fascinante? Y la respuesta está en cómo se use la inteligencia que poseas; ese es tu instrumento de más valor. Eso sí, la erudición de este psiquiatra no justifica sus crímenes, pero vaya que es de admirar.