Este fin de semana se celebró el primer campeonato del mundo de Fortnite; un videojuego que desde su nacimiento en 2017 se convirtió en el más popular del mundo.
Todo ello gracias a una mecánica sencilla y divertida en la que tendremos que lanzarnos junto a otros 99 jugadores desde un autobús volador sobre una isla ficticia. Una vez allí, tendremos que encontrar armas de todo tipo, montarnos nuestra propia base, y ser el último jugador en pie.
En el caso del mundial, el último jugador en pie fue Kyle Giesdorf de Estados Unidos; mejor conocido como Bugha, su tag en el mundo gamer. A sus 16 años, Bugha no es Ninja; un gamer y youtuber que factura 10 millones de Dólares al año a fuerza de videos y livestreams de sus partidas. Sin embargo, sus habilidades fueron suficientes para llevarse a casa el premio de tres millones de dólares que ofreció Epic Games al ganador del torneo.
¿Tres millones de dólares solo por jugar un videojuego? Así es el mundo de los eSports.
Congratulations @bugha! pic.twitter.com/nchRlL3wUC
— Fortnite Competitive (@FNCompetitive) July 28, 2019
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La raíz de los eSports está en una de las actividades formativas más importantes en la raza humana: jugar.
Hay algo en el juego, igual que en los deportes, que hace que quienes lo practiquen se diviertan y por ende se masifiquen. Entonces, cuando tienes a un grupo de personas haciendo una misma actividad, surgirán individuos talentosos. Ahora imagina a la escala a la que llega esto cuando, con la llegada de los juegos multijugador en línea, puedes enfrentarte a cualquier otro jugador alrededor del mundo sin salir de casa.
El mundo de los eSports ha cambiado radicalmente desde sus inicios en 1972, tanto que pasó de ser una actividad que reunía a los geeks de una universidad a ser un monstruo multimedia que cuenta con con equipos profesionales, normas, patrocinadores, entrenadores y espacios en plataformas como ESPN. Esta profesionalización del gamer de sótano parece salida de una de esas máximas pacatas que venden los gurús digitales: «Encuentra un trabajo que ames y nunca tendrás que trabajar». ¿Qué se iba a imaginar tu mamá que la solución a todos sus problemas no estaba en amenazarte a gritos con botar tu cónsola favorita sino en auparte a seguir jugando?
Quizás uno de los casos más recientes donde podemos ver este cambio en el paradigma es la historia de Jordan Herzog, un gamer de 16 años mejor conocido como Crimz. Según el diario The Boston Globe, Crimz está tan enfocado en su carrera como atleta de eSports que logró que su padre, Dave Hezrog, lo sacara del instituto para así tener mas tiempo que dedicarle a su sueño.
Legalmente Jordan debe recibir una educación, así que asiste a algunas clases en línea; pero pasa el resto de sus días frente a la cónsola, puliendo sus habilidades.
En plena entrevista con el Boston Globe, a Jordan le preguntan cuál es el objetivo final de su andanza en el mundo de los eSports. Su respuesta no es ser famoso o el clásica «yo juego profesionalmente porque amo este deporte» al que nos tienen acostumbrados la mayoría de atletas profesionales. No. Crimz simplemente quiere hacer suficiente dinero como para no tener que trabajar por el resto de su vida.
Entonces, exactamente ¿cuánto puede ganar un atleta de eSports? El atleta con mayor cantidad de premios acumulados es Kuro Takhasomi, un alemán de 26 años mejor conocido en el mundo gamer como KuroKy, que se especializa en jugar Dota2.
Desde que se volvió profesional a los 16 años, KuroKy es hasta la fecha el jugador de eSports con mayores ingresos de todos los tiempos, superando los cuatro millones de dólares en premios. Pero conforme los juegos y ligas sigan creciendo, las bolsas de premios serán cada vez más impresionantes. Si tomamos como ejemplo el caso de Fortnite, el cheque que recibió Bugha tras ganar el torneo no fue el único grande. Psalm ganó 1.8 millones tras quedar segundo, Epikwhale se llevó $1.2m por el tercer lugar y Kreo $1.05m por el cuarto.
De hecho, quienes quedaron entre la posición 25 a la 100 se llevaron a casa $50,000 solo por competir; algo parecido a lo que ganaría un tenista tras perder en la primera ronda del US Open.
Entonces, ¿estamos viendo el futuro del mundo deportivo? Probablemente.