En algún lugar de Colombia, un obispo planea lanzar agua bendita desde un helicóptero para paliar el carácter violento de una ciudad. No, no es un microcuento ni una anécdota sacada de Cien Años de Soledad; es algo que pasó hace unos cuantos días en Buenaventura, al suroccidente de Colombia.
“A Buenaventura hay que sacarle el diablo para ver si así le devolvemos la tranquilidad que ha perdido la ciudad con tantos crímenes; hechos de corrupción con tanta maldad y narcotráfico que invaden nuestro puerto”, dijo el representante de la iglesia.
«Queremos rodear todo Buenaventura desde el aire, y echarle agua bendita para ver si exorcizamos y sacamos a todos esos demonios que están destruyendo nuestro puerto, para que la bendición de Dios venga y se libere de toda la maldad que está en nuestras calles ”.
Imagínense ustedes, ¿cómo ganarle la partida a semejante razonamiento lógico? Quizás será mas efectivo que Monseñor Rubén Jaramillo consulte con San Óscar Romero para ver qué tan bien le fue combatiendo la violencia de una región con los poderes de la religión.
El video que pusimos más arriba está en la película que cuenta la vida del Obispo Romero; pero hasta ahora nadie ha puesto en duda que sea una representación fiel de lo que pasó en esa iglesia de San Salvador.
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La idea de bendecir una ciudad desde las alturas para acabar con la violencia, aparte de chistosa, dice más del gobierno de turno que de la feligresía.
Hacia finales de 2018, The Guardian publicó un artículo sobre la pacificación de la región. En él se remontan a 2014, cuando la comunidad decidió tomar cartas en el asunto y formaron un comité de activistas. Entre los resultados obtenidos por el comité destacaba la estrepitosa caída del índice de homicidios: de 121 por cada 100000 habitantes durante 2006, el número bajó a solo 14 una década después.
¿Qué pasó que la violencia volvió a mostrar su cara en Buenaventura? Según la antropóloga Linda Sofía Ordóñez, en Buenaventura la violencia es cíclica y los períodos de calma aparente solo sirven para el reacomodo de los factores en pugna. ¿Lo más triste del caso? Cuando revisamos quiénes son los involucrados, encontramos nombres bastante comunes en los capítulos más sangrientos de la historia colombiana; nombres que, a pesar de cuanto alto al fuego se haya firmado siguen acechando a la población: Las FARC, las Autodefensas Unidas de Colombia y el ELN.
Entonces, ¿la solución a los problemas de violencia en Buenaventura es el agua bendita? No lo creemos.