El lunes en la mañana recibí un mensaje de una querida amiga que en otra vida colaboró con Breinguash. Esto no tiene nada de extraño, pues Valen y yo somos amigas desde que andábamos por los pasillos de la UCV en los primeros semestres de la carrera.
«¿Qué sabes de la supuesta academia de modelaje en Caracas que vende porno infantil?
¿Qué qué? No me he tomado el primer café. Dame chance de investigar y te cuento.»
Links van y vienen y caigo en el hilo de Esme Amezquita; una mexicana del Bay Area de San Francisco que encontró algo muy oscuro por simple curiosidad.
How YouTube is connected to pedophile rings and child exploitation a THREAD… pic.twitter.com/MWxtx1vd8M
— ???? ????????? ?? (@Bluntsxpusxy) August 31, 2019
Una academia y agencia de modelos caraqueña llamada Belankazar estaba ofertando membresías y acceso ilimitado a las fotos de los integrantes de su staff de modelos a quien pagara una módica suma en Bitcoins y otras monedas digitales. Lo más alarmante de todo es que buena parte del roster de Belankazar son niñas menores de edad.
Lo que vino después es solo una muestra del poder del internet. La gente se volcó en pleno a denunciar, por cuanta vía estuviese disponible, el comportamiento de la «agencia». Horas más tarde, los involucrados publicaron un comunicado que solo los dejaba en evidencia frente a la opinión pública.
«Todo nuestro trabajo fotográfico y de videos tiene detrás gastos de producción, maquillaje, personal técnico, publicidad, etc. Aunado a ello los gastos operativos en dólares de la página web son altos, por ende nosotros en nuestra página web cobramos para acceder a nuestro material y de esa forma autofinanciar estos gastos operativos y de producción, que van además encaminados en la promoción de nuestros modelos. De ninguna manera estamos realizando material que sexualiza a nuestras modelos, o que alienta a la pedofilia.»
¿La forma más viable para obtener fondos para los gastos operativos y de mantenimiento de tu operación vienen de venderle las fotos de tus alumnos a quién sabe quién? Claro… un razonamiento envidiable que deja espacio para preguntas mucho más lógicas como ¿qué pasa con las mensualidades que pagan esos padres?, porque supongo que lo que pagan para que reciban clases debe ser una cifra bastante elevada. Mucho más importante, ¿esos padres autorizaron que el material audiovisual que involucra a sus hijos fuese vendido por internet? Lo dudo.
Además, si el material está disponible en Facebook y en el resto de sus redes sociales de forma gratuita; ¿qué necesidad hay de vender membresías con acceso premium en su página web?
Pero el comunicado no se queda ahí. La gerencia de Belankazar intenta justificar sus acciones detrás de lo que podríamos llamar «la vieja confiable» cuando toca hablar de la feminidad de la mujer venezolana.
«(…) en la cultura latino americana y en específico la venezolana, es más que aceptado o incluso normal que las niñas comienzen su formación como modelos desde edades tempranas, para que cuando lleguen a la adolescencia ya tengan las herramientas necesarias para ser exitosas en el modelaje o los concursos de belleza. Por algo somos el país con más títulos de Miss Universo ganados.»
¿Hasta cuándo van a seguir repitiendo el bendito mito de las mujeres más hermosas del mundo y la fábrica de Misses?
El año pasado, la Organización Miss Venezuela quedó desnuda ante la opinión pública después de que se hiciera pública una red de intercambios clandestinos: Los benefactores ponían el dinero para que las niñas se operaran, compraran sus trajes y oportunidades de avanzar en el concurso; las misses pagaban el «préstamo» a la antiguita: con carne y sudor.
Conforme los reportajes salieron a la luz, los detalles y nombres de los involucrados fueron llenando renglones en las listas. Algunas de estas mujeres se negaron a participar; otras negaron tener conocimiento de esas prácticas y otras aceptaron.
Patricia Velazquez, una de las mujeres más exitosas que han salido de la quinta morada del Miss Venezuela explicó en su autobiografía cómo se movía el negocio a finales de los años ochenta. Cuando se inscribió en el concurso a los 18 años; el único deseo de Patricia era ganarlo para ayudar a su familia, que vivía en un edificio en ruinas que rara vez tenía agua corriente. Escribió: “Muy pronto entendí que para poder pagar los gastos del concurso Miss Venezuela tendría que usar mis dones con el fin de encontrar un patrocinador”, y evidentemente encontró uno.
El hombre, que en su momento tendría unos veinte años mas que ella, pagó sus gastos, incluyendo implantes de senos y un apartamento en Caracas. La historia de Velásquez causó poco revuelo cuando se publicó; pero años más tarde, su testimonio ayudó a confirmar los relatos sórdidos que involucraban al concurso de belleza.
Seguramente hay muchísimas historias como la de Patricia Velazquez entre las cientos de mujeres que desfilan por la quinta morada del Miss Venezuela año tras año. Niñas encaminadas y preparadas para convertirse en el ticket dorado que sacaría de la pobreza a sus respectivas familias. ¿Qué otra salida puede haber en un país donde las industrias y los mecanismos de movilidad social han sido desvalijados tras veinte años de «revolución»?
Venezuela es un país donde es preferible pagar un tanque de gasolina con una banana que con billetes; o se intercambian favores sexuales por artículos de la cesta básica. ¿Es de extrañarse que las jóvenes de entornos de bajos ingresos acudan en masa a cuanta academia de modelaje que ofrezca acercarlas a la oportunidad de ayudar a sus familias?
Las fotos y videos de las niñas de Belankazar, de las cuales los padres renunciaron a los derechos al momento de formalizar la inscripción en la academia, llegaron a diversos lugares del mundo. Hasta ahora, El Pitazo descubrió que la academia contaba con perfiles en VKontakte; la red social que cumple las mismas funciones de Facebook dentro de la vigilada sociedad rusa.
Al contrario de las redes sociales norteamericanas, este perfil no tenía los comentarios desactivados; así que el encargado de manejar el contenido de Belankazar no tenía reparos en contestar y compartir información relacionada a las niñas.
En tiempos de bancarrota moral, donde todo el mundo busca una tabla de salvación para soportar el azote de la miseria, el hambre y las medidas gubernamentales; nunca falta un buitre que quiera aprovecharse de las circunstancias. Por otra parte, siempre se ha dicho que la industria de la moda es despiadada; ¿pero tanto como para tratar a un grupo de niñas de seis años como mercancía?
Supongo que debemos anotar este en la lista de logros «hechos en Socialismo».