Otro años más que se va y no cumpliste ni la mitad de las resoluciones que enlistaste el diciembre pasado. ¿Por qué eres así?
Por lo general, después de pasar revista de todo lo que hiciste durante 12 meses, lo más probable es que te decepciones más de lo que te enorgullezcas.
Según un estudio estadístico realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Scranton, en Pensilvania, que observó el comportamiento de 200 sujetos; 45% de las personas usualmente hacen una lista de propósitos de Año Nuevo, 17% lo hace a veces y 38% nunca lo hace. Sin embargo, de esa casi mitad de personas que los hacen, solo el 8% tiene éxito en sus propósitos. Es decir, el 92% de la gente fracasa en sus resoluciones y casi siempre son las siguientes:
1. Ahorrar
2. Ser más saludable
3. Viajar
4. Aprender otro idioma
5. Trabajar la paciencia
6. Dejar el cigarrillo o cualquier otro vicio
7. Conseguir un mejor trabajo
8. Ser mejor persona
¿La gente al final del año se siente miserable?
Viéndolo bien… si este es el común de los propósitos, estaríamos hablando de deseos que tienen que ver con la auto superación, asuntos financieros y cambios muy personales; introspecciones que nos revelan que las personas casi nunca están conformes con lo que hacen o con quiénes son, y es allí cuando entra el sentimiento de culpa que reinicia el circulo vicioso cada 31 de diciembre.
Entonces, ¿de qué sirve armar toda una ceremonia con papel y lápiz, velas aromáticas y quién sabe qué más? Ninguno de esos rituales que hagas en el previo te funcionarán nunca, porque la falta de enfoque y determinación al ejecutar, es lo que siempre te termina abofeteando cuando llegas a septiembre y te das cuenta que no hiciste nada.
Este reciclaje constante de propósitos inertes, al final, llevan a un estancamiento que con el tiempo se hace más visible y pesado, y denota tu falta de compromiso. Así que no, ni septiembre es el nuevo enero, ni tus planes van a funcionar el próximo año sin estrategias. ¡Deja el engaño!